Los expertos aseguran que, durante la época navideña, la mayoría de las personas engorda una media de tres kilos. Sin embargo, esto no es algo inevitable o que escape a nuestro control. No debemos resignarnos a ello como si fuera un fenómeno de la naturaleza.
Una de las peores ideas en esta época es: "Me pondré a dieta en Enero". Lo primero que este propósito nos va a sugerir es que tenemos carta blanca para atracarnos durante todo el periodo festivo y el 7 de Enero tendremos encima tres kilos de más y unos cuantos meses por delante haciendo sacrificios para librarnos de ellos.
Lo primero y más importante para no engordar durante el periodo navideño es proponérselo. Una vez que lo hayamos decidido, sólo tendremos que preparar pequeñas estrategias que nos permitirán disfrutar de las fiestas sin tener que pagar las consecuencias. Tendremos ocasión de comer alimentos que nos gusten y brindar con nuestros amigos y familiares sin necesidad de arrepentirnos después.
Las fiestas empiezan el 24 de diciembre por más que, desde un mes antes tengamos los supermercados llenos de turrones y dulces típicos de la Navidad. Esto no tiene porque ser el pistoletazo de salida para empezar a atiborrarnos y a celebrar inexistentes festividades a partir de ese momento.
Las grandes celebraciones son solo cinco: las cenas de Nochebuena y Nochevieja y las comidas de Navidad, Año Nuevo y Reyes. En estas cenas no tenemos por qué privarnos, están pensadas para disfrutar, pero sí debemos tener cuidado el resto de los días.
Una buena idea es no llegar al momento de la cena o comida con un hambre de lobo y mucho menos "reservarnos" para la ocasión. Es importante tomar algo ligero, pero saciante a media mañana o media tarde: un batido de frutas o verduras, un puñadito de frutos secos o un yogur con arándanos o frambuesas.
Tampoco debemos saltarnos la cena o comida, podemos tomar una ensalada, sopa o puré de verduras. De esta manera la fibra nos aportará, además de otros beneficios, una sensación de saciedad que evitará que nos lancemos como locos a los aperitivos. Si tenemos los purés o sopas preparados de víspera, nos resultará más fácil recurrir a ellos y evitar la tentación de comernos "las sobras".
Estas merecen un capítulo aparte. En general se prepara mucha más comida de la necesaria y las sobras se quedan como tentación cada vez que abrimos el frigorífico. Si la celebración es en nuestra propia casa, podemos tener a mano unos cuantos recipientes para repartir las sobras entre nuestros invitados o ponerlas en el congelador para otra ocasión. Intentar llevar a la cocina los platos vacíos. Ofrece a tus invitados el último canapé y las dos aceitunas que quedan, si te los llevas a la cocina, lo más probable es que te los comas.
Aún peor es el plato de turrones cortados que se queda en la encimera de la cocina, una tentación continua, dáselos a alguien o guárdalos fuera de la vista. De lo contrario te los irás comiendo sin apenas darte cuenta.
No te prohíbas ningún alimento, es poco realista y difícil de cumplir. Es mejor proponerse comerlos sólo en los días señalados. En estos días podemos ser un poco más exquisitos y centrarnos en los alimentos típicos de la Navidad evitando otros que comemos durante todo el año. Si te encantan los langostinos, el pavo o el besugo, no te hinches de patatas y embutidos y céntrate en lo que te gusta, así disfrutarás de la comida y sentirás que es algo especial.
Si la costumbre en tu familia es de tres platos: entrada, pescado y carne, intenta cambiar este hábito y poner el pescado un día y la carne el día siguiente. Al fin y al cabo, a nadie le gusta levantarse de la mesa con una enorme sensación de pesadez e hinchazón, tus invitados te lo agradecerán.
Las verduras ofrecen miles de posibilidades sabrosas y de buena presentación como acompañamiento de carnes y pescados. Estos últimos son más ligeros y digestivos que las carnes grasas como el cordero. Los mariscos y crustáceos también son típicos de estas fechas y apenas engordan siempre y cuando no los acompañes de una enorme cantidad de mayonesa. Los salpicones y ceviches son una buena alternativa.
Los postres son la parte más difícil, pero también podemos elegir los menos calóricos y conseguir una presentación atractiva: sorbetes de fruta, copas de yogur con frutos del bosque o macedonias son algunas de las posibilidades. Hay que tener en cuenta que después del postre aparece la estrella invitada: el turrón.
Otro caballo de batalla en estas celebraciones es el alcohol, tenemos la costumbre de beber más de lo habitual. No hay que renunciar, pero sí hay que ser cuidadosos en la elección y moderados en el consumo. El vino y la cerveza son menos dañinos que los destilados como la ginebra y, si puedes, evita los licores dulces que además de alcohol, llevan una gran cantidad de azúcar. Si tomas champán o cava, elige un brut, tiene menos azúcar que el dulce o semi seco. No apagues tu sed con vino, las comidas navideñas dan mucha sed y es mejor alternar el vino con el agua, te puedes evitar una molesta resaca a la mañana siguiente.
El resto de los días no son festivos, por lo que no hay ninguna razón para atracarse de comida. Debemos seguir nuestra rutina habitual y, si tenemos cenas de empresa o reuniones de amigos, intentaremos compensar los excesos en la comida anterior o al día siguiente. No hay mejor manera de empezar el día que con un buen zumo de frutas recién exprimida y, especialmente en estas fechas, nos ayuda a deshacernos de toxinas y mantener limpio el organismo.
Por último es fundamental la práctica de ejercicio físico. Si habitualmente vamos al gimnasio o practicamos algún deporte, no tenemos porque dejarlo en estas fechas. Y, si no somos muy aficionados al ejercicio, es un buen momento para proponer paseos en familia, ir a patinar o visitar a pie los belenes de la ciudad.
¡¡¡FELICES FIESTAS!!!